Compostella aurea. Asociación Internacional Siglo de Oro. Congreso (8º. 2008. Santiago de Compostela)http://hdl.handle.net/10347/103952024-03-29T01:46:41Z2024-03-29T01:46:41ZComentarios iconográficos sobre unas ilustraciones contemporáneas a los textos de Francisco de QuevedoMarigno, Emmanuelhttp://hdl.handle.net/10347/107572020-01-31T11:06:52Z2011-01-01T00:00:00ZComentarios iconográficos sobre unas ilustraciones contemporáneas a los textos de Francisco de Quevedo
Marigno, Emmanuel
La iconografía sobre Quevedo abarca sus textos y su persona. Algunas ediciones ilustradas
separan ambas ramas, y otras no. Un retrato de Quevedo suele abrir o clausurar estas
ediciones ilustradas. Artistas como Salvador Dalí o José Luis Cuevas «con-funden» la
fuente personal –Quevedo– con la fuente literaria –sus textos–.
El Parnaso español de 1648 marca la pauta en lo que será una tradición gráfica: el
retrato al aguafuerte de Quevedo con corona de laurel de Francisco Pacheco costea los
aguafuertes de las musas grabadas por Alonso Cano. Esta matriz editorial de relación
entre texto e imagen permanecerá en las siguientes ediciones parnasianas2.
¿Qué vínculo tienen las ediciones contemporáneas con la tradición parnasiana,
desde el punto de vista gráfico y filológico?.
2011-01-01T00:00:00ZLa anotación en las obras americanas de los siglos XVI y XVIIKordic Riquelme, Raïsahttp://hdl.handle.net/10347/107562020-01-31T11:10:04Z2011-01-01T00:00:00ZLa anotación en las obras americanas de los siglos XVI y XVII
Kordic Riquelme, Raïsa
Durante los siglos XVI al XVIII las distintas zonas americanas tuvieron muy disímiles niveles
de contacto con España y por tanto con las novedades culturales, como la fundación
de universidades, la llegada de la imprenta y la divulgación bibliográfica. Esto determinó
distintos grados y tipos de formalización cultural de los medios sociales, de los escritores,
y por tanto de los aspectos estilísticos literarios y lingüísticos de las obras escritas.
2011-01-01T00:00:00ZLa voz del silencio en el Libro de tonos de José Miguel de GuerraJosa, LolaLambea, Marianohttp://hdl.handle.net/10347/107552020-01-31T11:04:09Z2011-01-01T00:00:00ZLa voz del silencio en el Libro de tonos de José Miguel de Guerra
Josa, Lola; Lambea, Mariano
El Libro de Tonos de José Miguel de Guerra es el nombre que nosotros le hemos otorgado
al llamado Manuscrito Guerra, y así lo hemos hecho por parecernos más apropiado en
base al epígrafe del índice, escrito por el mismo copista.
Se trata de una importante colección de obras para voz solista con acompañamiento
instrumental que fue descubierta hace unos años por Álvaro Torrente y Pablo Rodríguez
(1998: 147-189). Estos musicólogos nos dieron toda suerte de pormenores sobre el contenido
de la que es una magnífica fuente poético-musical. En su documentado artículo,
publicado hace una década, nos describen el códice, nos informan de la fecha de compilación
del mismo (c. 1680), de su lugar de conservación actual (la Biblioteca General de
la Universidad de Santiago), de su contenido (100 composiciones, todas ellas anónimas),
de la atribución de muchas obras a sus compositores gracias al cotejo de fuentes…, y
muchos más detalles interesantísimos para el estudio del tono humano de la segunda
mitad del siglo XVII.
2011-01-01T00:00:00ZDe copias y copistas (I): la formación del manuscrito magliabechiano VII, 353 de la Biblioteca Nazionale Centrale de FlorenciaHerrera Vázquez, Manuelhttp://hdl.handle.net/10347/107542020-01-31T10:58:30Z2011-01-01T00:00:00ZDe copias y copistas (I): la formación del manuscrito magliabechiano VII, 353 de la Biblioteca Nazionale Centrale de Florencia
Herrera Vázquez, Manuel
El códice VII, 353 es, junto con el VII, 354, uno de los principales manuscritos poéticos
que el noble florentino Girolamo da Sommaia reunió durante su estancia en Salamanca
desde 1598 ó 1599 hasta 1607. De su vida como estudiante universitario en los años
1603 a 1607, Sommaia escribió dos Diarios, que son los códices magliabechianos VIII,
29 (1603-1605) y VIII, 30 (1605-1608), publicados por Haley (1977)1. Aunque extranjero,
fue gran entusiasta de la poesía castellana en todas sus modalidades, conociendo las
obras de los más celebrados escritores tanto vivos (Góngora, Lope de Vega, Quevedo,
Cervantes...) como muertos (Fr. Luis de León, Francisco de Aldana, Diego Hurtado de
Mendoza...). Prueba de ese entusiasmo es el cancionero de poesías varias VII, 353, cuya
parte poética fue recopilada entre junio de 1604 y julio de 1606, aproximadamente.
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